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El Cuento

Género: Un corto obra de ficción.

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Aprendí mucho a causa de este ensayo. Tuve que usar mucha creatividad, y por eso era un reto para mí. La inspiración para este cuento era un sueño que soné del océano hace algunas semanas.

Había una vez un joven tiburón que se llamaba Juan y cuando solo tenía dos años su manera de vivir cambió para siempre. Juan y su familia habitaban el océano Pacífico y, como todos los tiburones, eran los reyes del mar y depredadores terribles. Juan estaba aprendiendo su papel en el hábitat pero no le hacía alegre y le quedaba triste y confundido cuando supo el hecho que todos los habitantes del océano le odiaban a Juan. 

Un día, este tiburón tan confundido y su familia estaban cazando cuando Juan vio a un pez que parecía desamparado ya que no podía nadar y luchaba lentamente con esconderse. El tiburón raro sentía los instintos fuertes que le presionaba a comer el pequeño pez, pero no lo hizo. No sabía si era la decisión correcta, pero en ese momento no veía otra opción. Juan paró y le ayudó al pez a esconderse para que nadie le hiciera daño. Cuando llegó su familia, el tiburón victorioso le dijo a su familia que no había suficiente comida para todos y debían continuar, y en ese momento Juan se hacía alegre.

                          

Más tarde en la noche el tiburón regresó para encontrar el pez. Después de una hora lo encontró debajo de una roca. Cuando el pez perdido vio a Juan, parecía muy asustado pero el tiburón amable le explicó que no iba a hacerle daño. Este tiburón tan raro sabía que esas acciones eran muy extrañas pero él seguía su corazón y eso le dio más alegre y claridad que todo el regocijo de cazar que él había sentido en su vida. Juan supo que el pez se llamaba Carlos y le faltaba una familia porque murieron cuando algunos tiburones cazaban alrededor del arrecife en el cual estaban estos dos nuevos amigos que eran tan diferentes. El tiburón decidió en ese momento que aunque tendría que comer mucho pez en su vida, él iba a ser amigos con Carlos y iba a protegerle hasta el momento de su muerte. Aunque esta amistad era muy extraño, Juan estaba seguro que había demostrado que aunque no se puede negar so propio papel en la naturaleza, se puede negar su estereotipo y hacer acciones justas, lo mejor posible. Esa acción tan insignificante le dio felicidad y salvó la vida de Carlos, y a él, le parecía muy significante.

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